viernes, septiembre 15, 2006

Ausencia: cuadro de colores

-¿Cuanto tiempo estarás con tus hermanas?-
-Un par de meses tal vez. ¿Segura que no quieres venir conmigo?-
-Tengo trabajo y debo aprovecharme ahora que lo hay.-
-Bueno. Te dejo las llaves de mi departamento. En el mueble al lado de mi cama te deje dinero por cualquier cosa que necesites.-
-Ay ya ya esta bien que tenga deudas, pero aun no llego al grado de robarte dinero.-
-Laila, estoy hablando en serio. Toma el dinero si necesitas algo.-
-Esta bien, ya correle o se te va hacer tarde.-

Me abrazo y con ese abrazo lo empezó a extrañar.
Solamente han pasado tres días desde que se fue.
Me siento extraña. No encuentro otra palabra, algo mejor que defina como me siento. Creo que hoy no ha sido un buen día. Ayer llovió mucho, y me sentí atrapada en mi departamento. No se como quitarme este peso tan agobiante. Es como si estuviera al borde de un abismo, o en un laberinto sin fin. Como si dos manos invisibles me estrangularan y no pudiera respirar ni pensar.
Ayer una compañera de trabajo me pregunto el porque de mi actitud. Suelo ser muy distraida y aveces demasiado escéptica en ciertas cosas. Me han tachado de amargada y afirman que soy así porque un hombre me hizo sufrir y que por eso no creo en el amor. Es a veces gracioso que piensen eso, que no imaginen el verdadero porqué.
Y esque no me gustaría que lo supieran, odiaría recibir miradas de lastima.
A quien quiero contarle es a Andrés, pero no se como empezar. Aquellos recuerdos poco a poco los deje atrás, hasta que por fin fueron tragados por el tiempo. Pero no me dejan dormir, no me dejan cerrar los ojos sin temor a lo que vea en mis sueños. Mejor dicho, en mis pesadillas, porque en eso se han convertido desde entonces.
Ayer camine por las calles aun cuando llovía. Cuando llegue tenia mensajes de Andrés. Pero no le llame, varias veces me detuve ante el teléfono. No quiero llamarlo, no quiero escuchar su voz. Se que le pediré que regrese.
Hoy fui un rato al parque, y vi a una señora dándole de comer a los pichones, hablando sola. Pude notar por el tono de voz que estaba enojada.
¿Acabare así, en una banca en el parque, lanzando quejas al aire?

Las decisiones mas pequeñas llegan a cambiar la vida de una persona. Por mas que me esconda, por mas que lo niegue, yo se que decisión cambio mi vida.
La felicidad es cosa efímera, una buena racha.
No puedo pensar claramente, me siento ajena a todo. Creo que el alcohol esta haciendo su efecto.
Me detuve un momento frente al espejo, y ya no pude reconocer la mirada que encontré ahí. Una mirada que me acusa.Trate de llorar y no pude. Hace tanto que no lloro.

Hoy Gerardo estuvo aquí, y fue la primera vez que me dio asco que me tocara. Aveces las personas se dejan lastimar porque creen que lo merecen. Yo no creo que lo haga por eso. Tampoco lo hago porque sienta algo por el. No me interesa, no me importa, simplemente he dejado que la vida pase.

Quisiera llorar, quisiera gritar. Me duele la garganta. No quiero ir a mi cuarto, una oscuridad insondable me espera y tengo miedo. Tengo mucho miedo. Tengo miedo de cerrar los ojos, tengo miedo de saber lo que soñare.

El teléfono esta sonando y se que es Andrés. ¿Sabrá el que lo necesito?
No le contestare, se que se dará cuenta de como me siento.
Es enfermizamente perceptivo.

Creo que hoy no es día para escribir, me siento confundida.
Y ahora me da risa.
Todo esto me parece tragicómico.

"Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.
Yo soy esto que gime, esto que arde, esto que sufre.
Yo soy esto que ataca, esto que aúlla, esto que canta.
No, no quiero ser esto.
Ayúdame a romper estas puertas inmensas.
Con tus hombros de seda desentierra estas anclas.
Así crucificaron mi dolor una tarde.
Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.
(Pablo Nerdua:Llénate de mí)

jueves, septiembre 07, 2006

Tarde

La muerte viene sin previo aviso, sin consideraciones.
Han sido días largos y pesados. La semana pasada el padre de Andrés murió. Fue algo tan repentino, pero así es la muerte, así se siente.
Andrés nunca tuvo una buena relación con su padre. Siempre estaban discutiendo. Todavía recuerdo como Andrés me platicaba de sus peleas y de su deseo de irse de la casa. Tomo la primera oportunidad que tuvo para estudiar fuera de la cuidad. Su relación con su padre se redujo a unas pocas llamadas.
Soy muy mala para dar consejos y aun peor para consolar a las personas. Estos días días con Andrés han sido difíciles. No estoy acostumbrada a sentir esta preocupación con alguien. No se que hacer o que decirle para que se sienta mejor. He pensado en todos esos momentos en que yo fui quien necesito ayuda y como el era capaz de calmarme y hacerme olvidar aunque fuese por un momento. Es triste, tal vez patético que no sepa como ayudarlo. Muchos dicen que lo mejor que se puede hacer en estos casos es estar ahí y saber escuchar. Pero aun así me desespera saber que no puedo hacer nada o mejor dicho, no se que diablos hacer.
El es fuerte, siempre lo he admirado por eso. Pero se que bajo esa fortaleza que mostró frente a sus hermanas, el también esta sufriendo. El viernes al regresar del funeral me partió el corazón verlo llorar. No quizo hablar por un largo rato. Se acostó en mi cama sin decir nada.
Si no fuera por la gravedad de las cosas, mi actitud hubiera sido un chiste del cual los dos estaríamos riéndonos. Busque un libro de Neruda, y no pude encontrar ninguno. No pude encontrar nada que me diera una idea de que hacer.
Creo que eso fue algo mas que me deprimió ese día. Me desespera sentirme así. Hace tanto tiempo que no sentía tristeza de esta manera o esta precaución. Es agobiante saber que alguien tenga tanto poder sobre mi estado de ánimo. Pero me acuerdo de el ese día y no puedo evitar sentirme así. Después de todo, el ha sido el único que realmente se ha preocupado por mi estos años.
Me acosté junto a el y el se volteo hacia mi, ya no lloraba y me miraba. Estuvimos un rato así, no se si fue mucho o poco. Después puso su brazo sobre mi cintura. No se cuanto tiempo paso, hasta que el se quedo dormido. Me pregunto ¿que pensarían otras personas en mi lugar, que pensarían de el o de mi? Recordé todas esas veces en que sin tocarme y sin mirarme, Andrés estuvo conmigo, sin condiciones, sin exigencias, solo él. Creo que me quede un rato dormida, y cuando desperté ya era de noche, y Andrés me miraba. Sonrió como solo el sabe hacerlo, una sonrisa que no dice nada y mil cosas a la vez y después en voz baja, casi inaudible dijo:

-mi hermosa ayuda idónea-

Y como siempre, como tantas veces, fue el quien animo mi espíritu.

"Hemos perdido aún este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo."
(Veinte poemas de amor y una cancion desesperada: Poema X)