-¿Cuanto tiempo estarás con tus hermanas?-
-Un par de meses tal vez. ¿Segura que no quieres venir conmigo?-
-Tengo trabajo y debo aprovecharme ahora que lo hay.-
-Bueno. Te dejo las llaves de mi departamento. En el mueble al lado de mi cama te deje dinero por cualquier cosa que necesites.-
-Ay ya ya esta bien que tenga deudas, pero aun no llego al grado de robarte dinero.-
-Laila, estoy hablando en serio. Toma el dinero si necesitas algo.-
-Esta bien, ya correle o se te va hacer tarde.-
Me abrazo y con ese abrazo lo empezó a extrañar.
Solamente han pasado tres días desde que se fue.
Me siento extraña. No encuentro otra palabra, algo mejor que defina como me siento. Creo que hoy no ha sido un buen día. Ayer llovió mucho, y me sentí atrapada en mi departamento. No se como quitarme este peso tan agobiante. Es como si estuviera al borde de un abismo, o en un laberinto sin fin. Como si dos manos invisibles me estrangularan y no pudiera respirar ni pensar.
Ayer una compañera de trabajo me pregunto el porque de mi actitud. Suelo ser muy distraida y aveces demasiado escéptica en ciertas cosas. Me han tachado de amargada y afirman que soy así porque un hombre me hizo sufrir y que por eso no creo en el amor. Es a veces gracioso que piensen eso, que no imaginen el verdadero porqué.
Y esque no me gustaría que lo supieran, odiaría recibir miradas de lastima.
A quien quiero contarle es a Andrés, pero no se como empezar. Aquellos recuerdos poco a poco los deje atrás, hasta que por fin fueron tragados por el tiempo. Pero no me dejan dormir, no me dejan cerrar los ojos sin temor a lo que vea en mis sueños. Mejor dicho, en mis pesadillas, porque en eso se han convertido desde entonces.
Ayer camine por las calles aun cuando llovía. Cuando llegue tenia mensajes de Andrés. Pero no le llame, varias veces me detuve ante el teléfono. No quiero llamarlo, no quiero escuchar su voz. Se que le pediré que regrese.
Hoy fui un rato al parque, y vi a una señora dándole de comer a los pichones, hablando sola. Pude notar por el tono de voz que estaba enojada.
¿Acabare así, en una banca en el parque, lanzando quejas al aire?
Las decisiones mas pequeñas llegan a cambiar la vida de una persona. Por mas que me esconda, por mas que lo niegue, yo se que decisión cambio mi vida.
La felicidad es cosa efímera, una buena racha.
No puedo pensar claramente, me siento ajena a todo. Creo que el alcohol esta haciendo su efecto.
Me detuve un momento frente al espejo, y ya no pude reconocer la mirada que encontré ahí. Una mirada que me acusa.Trate de llorar y no pude. Hace tanto que no lloro.
Hoy Gerardo estuvo aquí, y fue la primera vez que me dio asco que me tocara. Aveces las personas se dejan lastimar porque creen que lo merecen. Yo no creo que lo haga por eso. Tampoco lo hago porque sienta algo por el. No me interesa, no me importa, simplemente he dejado que la vida pase.
Quisiera llorar, quisiera gritar. Me duele la garganta. No quiero ir a mi cuarto, una oscuridad insondable me espera y tengo miedo. Tengo mucho miedo. Tengo miedo de cerrar los ojos, tengo miedo de saber lo que soñare.
El teléfono esta sonando y se que es Andrés. ¿Sabrá el que lo necesito?
No le contestare, se que se dará cuenta de como me siento.
Es enfermizamente perceptivo.
Creo que hoy no es día para escribir, me siento confundida.
Y ahora me da risa.
Todo esto me parece tragicómico.
"Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.
Yo soy esto que gime, esto que arde, esto que sufre.
Yo soy esto que ataca, esto que aúlla, esto que canta.
No, no quiero ser esto.
Ayúdame a romper estas puertas inmensas.
Con tus hombros de seda desentierra estas anclas.
Así crucificaron mi dolor una tarde.
Libértame de mí. Quiero salir de mi alma.
(Pablo Nerdua:Llénate de mí)